(Breve reseña sobre nuestro eterno camarada Edwing Pérez)
Por: Eduardo Vásquez Rojas
Jorge Amado escribió El caballero de la esperanza, una de las novelas más hermosas que he leído, dedicada al camarada Luis Carlos Prestes, un eterno combatiente y constructor del Partido Comunista Brasilero, ejemplo inquebrantable en la lucha revolucionaria. Así vamos entendiendo que la vida de un comunista es una canción de alegría, esperanza y victoria; una experiencia sublime que perdura en la memoria de nuestro pueblo. Un comunista nunca cede en la pelea: el empate es inadmisible. Si existiera una derrota, vuelve renovado, como un hijo de esta tierra. Así fue Edwing Pérez, un incansable combatiente, marxista leninista convencido, canalizador del trabajo político partidista y de masas, organizador nato y estratega revolucionario.
Edwing perteneció a aquella generación de niños que presenció la «democracia» en Ecuador: una pantomima donde los recursos naturales se repartían entre transnacionales y mafias oligarcas. Esa generación estudió en escuelas humildes, con maestros mal pagados, mientras sus padres eran explotados y sus hermanos perseguidos por pensar diferente. Su conciencia creció desde la adolescencia, hasta unirse a las luchas populares de estudiantes, trabajadores y campesinos. Fue testigo también de la traición, cuando oportunistas declaraban la derrota del comunismo y desmantelaban los partidos comunistas en el mundo, vendiendo sus principios a la socialdemocracia.
En la Facultad de Jurisprudencia, Ciencias Sociales y Políticas, Edwing tuvo sus primeros contactos con la Juventud Comunista del Ecuador. Desde el Frente Amplio de Jurisprudencia, defendió la autonomía y los intereses del pueblo ecuatoriano. Su afiliación a la Juventud Comunista fue un acto sincero de consagración, impulsando su crecimiento ideológico y su accionar político.
Estuvo al frente de las luchas contra la firma de TLC-ALCA y en el derrocamiento de presidentes títeres del imperialismo. Como dirigente de la JCE, se vinculó a la Confederación de Trabajadores del Ecuador, la Federación Ecuatoriana de Indígenas y fue actor clave en la reorganización del movimiento estudiantil. “A organizar todo lo que se mueva” era su lema, reflejado en su intensa labor organizativa y de masas.
Dentro de la Dirección Nacional de la Juventud Comunista, se opuso firmemente al oportunismo y las desviaciones ideológicas, y combatió a quienes pretendían entregar la organización al gobierno, buscando crear un «partido comunista ecuatoriano» genérico. En 2008, en el VII Congreso Nacional de la Juventud Comunista, fue elegido Secretario General del Comité Central, desde donde renovó y fortaleció la organización.
La proyección política de Edwing fue interrumpida por un ataque cobarde de cipayos y fascistas financiados por el Partido Social Cristiano. Su muerte causó conmoción nacional y fue difundida en diversos medios, suscitando tanto apoyo de organizaciones honestas de campesinos, obreros y estudiantes, como el desprecio de los enemigos de clase.
Los revolucionarios son los mejores poetas de la historia, aquellos heroicos hombres que entregan su vida por un mundo mejor. Muchos dirán que Edwing murió; yo digo que no: él renace entre las esperanzas de los oprimidos y en la lucha de los nuevos combatientes.