Por: Santiago Villacis
El gobierno de Daniel Noboa se presenta como un peón de los intereses imperialistas de Estados Unidos, consolidando políticas que empobrecen y oprimen a la clase trabajadora ecuatoriana. Bajo su administración, hemos sido testigos de medidas militaristas que han desembocado en torturas, represión, persecución política, ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas.
Uno de los casos más atroces es el reciente hallazgo de los restos calcinados de cuatro niños en Guayaquil, tras un supuesto operativo militar. Este hecho configura una ejecución extrajudicial que evidencia la ineludible responsabilidad del gobierno de Daniel Noboa y de las instituciones estatales, quienes, en lugar de garantizar seguridad y justicia, han instaurado un régimen de terror. Este acto no es aislado, sino parte de un esquema sistemático que busca normalizar el terrorismo de Estado como herramienta de control social y político.
El terrorismo estatal, ejecutado por la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas, tiene un objetivo claro: consolidar condiciones para una violencia reaccionaria que persigue y neutraliza a las organizaciones populares y revolucionarias. Esta estrategia, que recuerda los lineamientos del «Plan Colombia», ahora está adaptada al contexto ecuatoriano, profundizando la crisis social y violando derechos fundamentales.
La política de este narcogobierno no solo se evidencia en la represión, sino también en el ultraje a nuestra soberanía. Ejemplo de ello es la entrega de las Islas Galápagos para usos militares extranjeros, transformando un patrimonio natural de la humanidad en una base para las fuerzas imperialistas. Paralelamente, proyectos mineros y petroleros devastan territorios de la sierra y el oriente saqueando de manera inmisericorde nuestros recursos naturales, mientras que las comunidades indígenas resisten heroicamente, enfrentándose a persecuciones judiciales y represalias gubernamentales.
El deterioro económico que golpea a las clases populares y medias es un reflejo de políticas dirigidas a beneficiar a las élites económicas. Los apagones persistentes, la precarización laboral y la evasón fiscal por parte de los grandes capitales son parte de un sistema que privilegia a los poderosos mientras las mayorías enfrentan el desempleo y el hambre. En este escenario, el gobierno de Noboa actúa como cómplice activo de las dinámicas de explotación y saqueo.
En este contexto adverso, es imperativo reconocer que la única alternativa viable al capitalismo depredador es la Revolución Socialista. La transformación de esta realidad requiere organización, conciencia y acción. Para ello, se hace urgente: Fortalecer la organización popular a través de la participación activa de las masas. Intensificar el trabajo ideológico, tanto en la formación de cuadros como en el acercamiento al pueblo. Reestructurar las herramientas comunicacionales y la prensa partidista para disputar la hegemonía en el terreno de las ideas. Finalmente promover la unidad ideológica en torno al Partido Comunista, como destacamento de los intereses de la clase trabajadora.
Este 2025 debe ser el año de preparación, resistencia y reorganización. La historia de lucha del proletariado nos exige redoblar esfuerzos para enfrentar y derrotar al imperialismo y sus cipayos. Con unidad ideológica, firmeza en nuestros principios y una práctica política consecuente, construyamos las bases para un 2025 de reorganización y avance revolucionario.
¡Viva la lucha de la clase trabajadora! ¡Viva el Partido Comunista como la herramienta histórica del proletariado! ¡Viva los 100 años de lucha comunista en el Ecuador!