Por: Marcos Lovato
La postura frente a la caída de Bashar Al Assad debe ser abordada integralmente y no desde un ámbito o polaridad; tal como durante la capitulación de Berlín que significó la repartición de territorio alemán a potencias imperiales durante el 45 para luego crear desde el relato de terror hacia la Unión Soviética. Similarmente, Siria, hoy cual pastel de festín, se ve repartido por potencias imperialistas de distintos bloques geoeconómicos, así como de grupos étnicos, sociales y religiosos, pero del mismo espectro político: el capitalismo monopólico, salvaje e imperialista.
Un aspecto puntual es entender las garras del imperialismo norteamericano, cuyas pretensiones expansionistas hoy tienen alcance específico en el país de Medio Oriente. Bajo supuesto interés democrático, libertarios, se diseñó también el relato de que ‹Al Assad debía caer porque era un dictador, un represor, y otras realidades›, que si bien no se discuten; tampoco era el verdadero interés del imperio Yankee.

Entonces, el relato de que la rebeldía es necesaria solo se aplica cuando existen intereses norteamericanos de por medio, tal como ha apoyado a los grupos rebeldes en contra de al Assad. Pero cuando Rusia apoyaba a Siria conjuntamente con Irán y Hezbolá, se consideraba terrorismo. Parangonando con Afganistán durante los 70 y 80s, el imperialismo yankee también instaba a la rebeldía fortaleciendo los engranes políticos y militares del Talibán, al que posteriormente el mismo imperio que los estructuró terminó considerándolos como responsables del terrorismo mundial. (Es obvio, en otro orden similar, si en Ecuador, el pueblo se organizara bajo lucha abierta en contra del gobierno de Daniel Noboa, los asesores norteamericanos enseguida encenderían las alarmas de lucha antiterrorista.)
Si hay un responsable del descalabro de la paz mundial, así como de las intenciones monopólicas que, bajo discursos de supuesta paz, democracia, libertad, progreso, etc., pretenden enquistarse en Medio Oriente, y específicamente en Siria, es el gobierno norteamericano. Es Washington DC que, bajo oscuras alianzas con el terrorismo al que han atacado antes, hoy usaron en su favor para desmantelar al gobierno de Al Assad, así como del esbirro soporte sionista del Estado Israelí.
El fraccionamiento desde distintos frentes era una condición propia de Siria, la HTS (Organización para la Liberación Levante), Hayat Tahrir al Sham, producto de ISIS, Al Qaeda y Al Nusra, entre cuyas filas se encuentran líderes del DAESH o ISIS, dirigida por un yihadista entrenado en Al Qaeda (Abu Mohammed al Jawlani); otra fracción conocida como Ejercito Nacional Sirio (SNA apoyado por Turquía) y el frente militar terrorista apoyado directamente por EEUU “Fuerzas Democráticas Sirias”, así también sectores kurdos financiados por los norteamericanos frente a lo que el gobierno Siria cada vez se aproximaba a un punto de inflexión y cuyas fuerzas del orden se encontraban en desgaste. A esto hay que añadir un aspecto puntual expresado por el mismo presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien afirmó que los grupos rebeldes en Siria tuvieron éxito precisamente por el apoyo de fuerza aérea norteamericana desde las bases imperialistas que operan desde el noreste de Siria.
En resumen, ISIS, USA, Israel y Turquía son los responsables de la desestabilización, descomposición, caída y ahora repartición de los recursos de Siria que son: petróleo, gas natural, minerales como fosfato de cromo, magnesio, mármol, hierro, energía hidroeléctrica y más riquezas que ahora celebra Occidente. Así como los grupos de poder que pretenderán la repartición del botín a su antojo. Entonces ahora el nuevo relato desde el control geopolítico de Siria reforzará la idea que Turquía e Irán también deberían ser desestabilizadas bajo los mismos pretextos de libertad y democracia, pero bajo los términos de la dominación imperial yankee.
MARCOS LOVATO